Mama Margarita
Margarita
Occhiena nace en Capriglio, Italia el 1 de abril de 1788. El mismo día fue bautizada en la iglesia
parroquial. Amable y hermosa, joven e ingeniosa, Margarita
Occhiena había sido solicitada como esposa por varios jóvenes, en aquellos
tiempos en los que se acostumbraba casarse siendo jovencísimos. Pero sólo
después de cumplir los veintitrés, en 1812, dio su conformidad a Francisco
Bosco, campesino que prestaba sus servicios en casa de un vecino acomodado.
Había quedado viudo con un hijo, Antonio, y se le había muerto la primera hija,
Teresa. Entró en una casa en la que ya había entrado el dolor, y donde su
primer trabajo fue abrazar y consolar a un huérfano. Aquel huérfano le causaría muchas amarguras y
disgustos. Será una pesada cruz con la que cargar, y sin embargo sabrá educarlo
con firmeza y amor, hasta hacer de él un hombre honrado.
Francisco muere
el 12 de mayo de 1817,
a los 33 años, después de cinco años de matrimonio con Margarita a causa de una pulmonía. Margarita se
convierte en una viuda de 29 años con 4 personas a su cargo: Antonio (9 años), José Luis y Juan Melchor ,
de cuatro y dos años, y la suegra,Margarita Zucca de
65 años, minusválida. Margarita había sido golpeada
por una tremenda desgracia. Había
aceptado la voluntad de Dios, pero desde ese momento su vida se llenó de muchas
y pesadas cargas que sobrellevar: gobernar la casa, llevar adelante los campos,
cavar la viña. Pero no se olvidó de ser, ante todo, la madre de sus niños. Lo
revela la última palabra de la pequeña narración salida de la boca de Don
Bosco: sonriendo.
Una
familia humilde, en los límites de la pobreza. Saldrán adelante con mucho
trabajo, esfuerzo de
todos y sentido de Dios siempre. Una madre siempre tensa por
la fatiga, las responsabilidades, habría hecho de sus hijos unos ansiosos.
Margarita, sonriendo, les
enseñó a dar gracias, a cumplir sus deberes. Y los deberes eran duros para
todos, en aquellos tiempos: tiempos de carestías, de pestes, de verdadera
hambre, tiempos en los que era necesario hacer a pie 19 kilómetros para ir a la
escuela, y los niños de ocho anos tenían que trabajar para ganarse el pan. La viuda Margarita Bosco, sin embargo, nunca
consideró como tiempo perdido el que se quitaba del trabajo para entregarlo a
Dios. Ya que el párroco vivía lejos, ella misma enseñó el catecismo a Juan, y
lo preparó para la primera comunión. Y con los hechos le enseñó a encontrar al
Señor en los enfermos, en los pobres.
Mujer
fuerte, de ideas claras. Decidida en sus opciones, observaba un estilo de vida
sencillo y hasta severo. Se mostraba, sin embargo, amable y razonable en cuanto
se refería a la educación cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos de
temperamento muy diferente sin mortificar jamás al ninguno de ellos ni intentar
igualarlos a los tres. Más de una vez se
vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que mandar fuera de
casa al más pequeño a fin de preservar la paz en casa y ofrecerle la posibilidad
de estudiar); con gran fe, sabiduría y valentía, miraba de comprender la
inclinación de cada hijo, ayudándoles a crecer en generosidad y en con un cariño especial acompañó a su hijo Juan en su
camino hacia el sacerdocio.
En
la capilla del Arzobispado, Juanito Bosco,
por la imposición de manos del obispo Luis Fransoni, se transforma en el sacerdote “Don Bosco”. En la tarde de la primera Misa en su puebloMamá
Margarita, a solas con su hijo, le hace algunas recomendaciones:
"Ya eres sacerdote, estás más cerca de Jesús.
Yo no he leído tus libros, pero recuerda que comenzar a decir Misa quiere decir
comenzar a sufrir. No te darás cuenta enseguida, pero poco a poco verás que tu
madre te ha dicho la verdad. De ahora en adelante piensa solamente en la
salvación de las almas y no te preocupes por mí."
Fue a sus 58 años, cuando abandonó su casita del Colle y le
siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados de Turín (1848).
Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios del
Trabajo Salesiano. Ella fue la primera y principal cooperadora de Don Bosco y,
con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema
Preventivo. Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la
"cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos
santos, como Domingo Savio y el P. Miguel Rua.spíritu emprendedor.
La
pobreza no fue para ella una humillación. Fue una luz que le ayudó a ver las
cosas claras. Tras fatigas y dificultades, Margarita le dice a don Bosco:
"Sigue tu camino sin mirar a la cara a nadie. Lo importante es hacer la
voluntad del Señor. De ti, yo no deseo nada, no espero nada. He nacido pobre,
he vivido pobre, y quiero morir pobre. Aún más, te lo quiero decir enseguida:
si por desgracia llegas a ser un cura rico, no pondré nunca mis pies en tu
casa".
Don
Bosco no olvidó nunca aquellas palabras. En medio de sacerdotes de vida
desahogada, fue cura pobre y cura de los pobres. Y en el año 1846, en el
momento de abrir su primera obra para los muchachos abandonados, pudo decir a
su madre: "Un día me dijo que si llegaba a ser rico no vendría nunca a mi
casa. Ahora, por el contrario, soy pobre, y pronto voy a hospedar muchachos
abandonados. ¿Por qué no se viene a estar conmigo?".
En otoño de 1846. Mamá Margarita tiene 58 años. Don
Bosco 31. Acaba de recuperarse en I
Becchi del agotamiento, que casi le lleva a la tumba, de comenzar Valdocco. Don Bosco tiene necesidad de una persona de
confianza que viva junto a él en Valdocco,
que lo ayude, que lo aconseje. ¿Quién mejor que su madre?. Margarita
tenía cincuenta y ocho años, y era abuela de nueve nietecitos que la adoraban.
En su casa se sentía como una reina. Es
conocida por todos, está tranquila en su tierra, con sus nietos, en las
costumbres de la vida campesina. Pero ante la inquietud de su hijo, la
respuesta a la pregunta del hijo no se hace esperar:
Tomó
su canasta, puso algo de ropa y algunos objetos. Don Bosco tomó su breviario,
un misal y otros libros. Y partieron enseguida para Turín.
El 3 de noviembre de 1846 llegaron a Valdocco,
donde inician su misión entre los jóvenes. Años después un Coadjutor Salesiano, Pedro Enria, recuerda a Don Bosco:
"¿Se acuerda cuando por la noche estábamos en
la cama? ¡Ud. y su madre nos arreglaban los pantalones y la camisa gastados,
porque teníamos solo eso!"
En
noviembre de 1846 llegó a la pobrísima casa de Valdocco, a la barahunda de los
"pilluelos" del Oratorio. Y ya no salió de él. Fue su sacrificio
mayor, el más doloroso. Pero Dios la llamaba a ser la madre de los huérfanos, y
ella silenciosamente acepto.
Era analfabeta pero estaba llena
de aquella sabiduría que viene de lo alto, ayudando,de este modo, a tantos
niños de la calle, hijos de nadie. Para ella Dios era lo primero, así consumió
su vida en el servicio de Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio. La vida de
los primeros muchachos recogidos por Don Bosco y por su madre es muy pobre,
como la de todos. A la hora de la comida, se amontonan, agitando una escudilla
o un pucherito, alrededor del caldero de mamá Margarita. Cada uno recibe un
cucharón de arroz y patatas o más frecuentemente, de polenta hervida con castañas
secas. Además de la comida, uno de los problemas más importantes es la higiene
personal. Mamá Margarita monta un lavadero. Había muchachos, recordaba Don
Bosco "cuyos pantalones y chaqueta eran unos andrajos. Los había que no
podían cambiarse nunca aquel andrajo de camisa que llevaban encima; estaban tan
sucios que ningún amo los quería coger para trabajar en su taller".
Cuando
los muchachos se habían acostado, Margarita consideraba obligación suya el
"tomar aquellas chaquetas, aquellos pantalones repugnantes, arreglarlos;
tomar aquellas camisas ya todas rotas y quizás nunca lavadas; lavarlas,
remendarlas y entregarlas de nuevo a los pobres muchachos".
Un
muchachito está pasando un momento difícil. Está agresivo, indisciplinado.
Margarita lo llama a la cocina en la que, cuando no trabaja en los hornillos,
remienda los pantalones y camisas. Lo hace sentarse, y sin levantar la voz, le
dice: "¿Por qué te has vuelto así? ¿No te das cuenta de qué te estás
haciendo malo? Y yo sé el porqué: ya no rezas. Si Dios no te ayuda, ¿qué vas a
conseguir de bueno? Venga, cómete esta manzana, y piensa en lo que te he
dicho".
Razón,
religión, amabilidad: los tres valores que forman el sistema educativo
salesiano, Don Bosco los ha aprendido de su madre. La gran Obra Salesiana fue
acunada sobre las rodillas de mama Margarita. Si existe la santidad del éxtasis
y de las visiones, existe también la de las ollas que limpiar, la de los
pantalones que remendar, la de los muchachos que hay que sacar adelante a base
de polenta y de amor. Mamá Margarita fue una santa de esta clase.
1846-1856. Diez años en el alboroto permanente de centenares de voces que gritan, cantan, discuten. Ella que tanto amaba el silencio y la paz del campo, encuentra de vez en cuando el silencio en la iglesia de san Francisco, donde se agarra al rosario para tomar la fuerza de seguir, de no quejarse.
Un
día ve a su hijo que multiplica las castañas, los bollos de pan, y los
muchachos le aplauden. Ella los ha multiplicado durante diez años, y a ninguno
se le ha ocurrido nunca aplaudirla. Las madres hacen tantos milagros que si nos
pusiéramos a aplaudir no terminaríamos nunca.
El
25 de noviembre de 1856 se va. Una
pulmonía pone fin a sus sesenta y ocho años gastados por el mucho trabajo, y
Dios la llama. En el gran Turín, pendiente de la segunda guerra de Crimea y la
segunda guerra de la independencia, nadie se da cuenta. Pero en el Oratorio,
ocupado por centenares de muchachos, la vida parece pararse. Porque los jóvenes
se dan cuenta siempre que viene a faltar uno que los ha querido bien. Y sienten
que hay necesidad, una gran necesidad de un Paraíso, en el que no mueran nunca
estas personas. Murió a los 68 años de edad, en Turín, un 26 de
noviembre. Una multitud de muchachos que lloraban por ella como por una madre,
acompañó sus restos al cementerio.
Como el proceso de beatificación ycanonización está ya muy avanzado, habiendo sido declarada sierva de Dios, la vida de Margarita Occhiena ha sido bien investigada y están
apareciendo biografías bien documentadas en el mercado. Debe mucho a Margarita Occhiena, su madre. Le
enseñó el Sistema Preventivo: razón, religión y cariño, extendido hoy por
todo el mundo. Cada 25 de noviembre,
la familia salesiana recuerda a “mamá Margarita” El día 15 de
noviembre del año 2006, fue nombrada venerable por la Iglesia, estando así más
cerca de alcanzar la canonización.
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