DOMINGO SAVIO
Doménico (Domingo
en castellano) nació en San
Giovanni da Riva, Reino
de Cerdeña, 2 de abril de 1842 y muere en
Mondonio, Reino
de Cerdeña, 9 de marzo de 1857) fue
un alumno de San
Juan Bosco, en el Oratorio de San
Francisco de Sales, que se propuso ser santo y
murió tres semanas antes de cumplir los 15 años de edad, siendo el santo no mártir más
joven de la Iglesia
Católica.
Domingo Savio, «Mínot» para sus padres, y
que significa Dominguito, nació en San Giovanni da Riva, cerca de Chieri; pero
cuando tenía sólo unos veinte meses, sus padres —Carlino Savio y Brígida Gaiato
se trasladaron a Murialdo, donde nacieron sus hermanos. En 1847, su madre lo lleva a la Iglesia, cuyo párroco era Don Juan Zucca. Aprende a
ayudar en misa, llegando a ser un monaguillo ideal, que hasta incluso Don Zucca cuando le
pedía el Misal hacía bromas de su estatura y reían juntos.
En febrero de 1849, toda la familia se traslada a Mondonio. Domingo tiene
siete años y una preparación y madurez poco común para su edad. El 8 de abril
de 1849, Domingo recibe su primera
comunión en la Parroquia de Castelnuovo de Asti.
Arrodillado al pie del altar, con las manos juntas, pronunció los propósitos
que venía preparando desde hace tiempo, y que quedaron escritos en su devocionario:
Resoluciones tomadas por mí, Doménico Savio, en
el año de 1849, en el día de mi Primera Comunión, a la edad de siete años:
1. Me confesaré a
menudo, y comulgaré tan frecuentemente como mi confesor lo permita.
2. Deseo santificar
los domingos y fiestas en forma especial.
3. Mis amigos serán
Jesús y María.
4. Prefiero morir
antes que pecar.
En 1854 (a los once años de edad) entra a formar parte del
oratorio de Don Bosco. Sería un alumno fuera de lo común y expresará
sus deseos de convertirse en sacerdote. Seis meses luego de ingresado al Oratorio,
tras un sermón del Padre Bosco acerca de la austeridad y el
sacrificio, donde remarcaba que cuando uno se siente oprimido por alguna
calamidad o molestia del cuerpo, hay que ofrecérselo a la Virgen. Éste sería el
medio más adecuado para llegar a la más alta perfección. En ese momento el niño
Domingo se propuso convertirse en santo.
Domingo comenzó a realizar austeridades de todo
tipo, como consumir sólo la mitad de su ración de comida, dormir menos tiempo y
rezar más. Sentía gran devoción por la Virgen
María, llegando a
permanecer más de cinco horas diarias rezando.
Una noche de invierno, Don Bosco encontró a
Domingo temblando de frío en la cama, sin más cobertor que una sábana.
—¿Te has vuelto loco? ¡Vas a coger una pulmonía!
—No lo creo —respondió Domingo—. Nuestro Señor no cogió ninguna pulmonía en el establo de Belén.
—No lo creo —respondió Domingo—. Nuestro Señor no cogió ninguna pulmonía en el establo de Belén.
Desde entonces Don Bosco le prohibió formalmente
hacer ninguna penitencia sin su permiso. Domingo quedó triste. El Padre le
insistió que la penitencia que Dios quiere es la obediencia a los superiores.
Los primeros días de marzo de 1857, Domingo recibió los últimos
sacramentos. Al anochecer del lunes 9 de marzo rogó a su padre que recitara las oraciones por
los agonizantes.
A las diez de la noche trató de incorporarse y
murmuró:
Adiós, papá. El Padre me dijo una cosa, pero no
puedo recordarla.
Súbitamente su rostro se transfiguró con una
sonrisa de gozo, y exclamó:
¡Estoy viendo cosas maravillosas!
Esas fueron sus últimas palabras.
Fue sepultado el miércoles 11 de marzo de 1857. Sus restos permanecieron en la capilla del
cementerio de Mondonio.
En 1914 el obispo de Turín ordenó que los restos fueran
trasladados a Turín. Los campesinos de Mondonio se negaron a perder
a su santo, y empezaron a turnarse día y noche para evitar el traslado.
En octubre de 1914, la Iglesia pidió a las
autoridades civiles de Mondonio que intervinieran. Los huesos de Savio fueron
trasladados a la Basílica
de María Auxiliadora, en Turín.
Santidad
Con motivo del 50.º
aniversario de su canonización, durante el 2005, las reliquias de santo Domingo
Savio hicieron un viaje regional salesiano: Italia, Libia, Siria y España.
La urna con las
reliquias del Santo cuenta con una reproducción del cuerpo de Domingo en la postura
en que murió y debajo de la imagen se encuentran sus restos mortales.
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